"PSICOLOGISMO DE PLATÓN"

POR EDSON CÁCERES 



 Platón se presenta como uno de los pensadores universales de indispensable referencia, estado que ha conservado por más de dos milenios. Pero ¿qué significado tiene su referencialidad excluyendo al Platón popular, suponiendo como cierto que lo llamado popular se apropie de lo más elemental de su pensamiento?
     
La premisa principal de este artículo versa: en Platón no hay una concepción elemental, hecho que queda atestiguado en la clasificación de sí en cuatro etapas: socrática, la transición, madurez y crítico; incluso puede agregarse una quinta etapa: el espurio; en esta última adquiere dos sentidos, el propio de la acepción de la palabra, y el de Aristocles (el Platón no filósofo, sino humano), autor de esa carta número VII cuyo contenido prueba, categóricamente, la veracidad y sentido de esta premisa.

Partiendo de la multiplicidad de las ideas concebidas por este gran hombre y atendiendo a cierta especie de parcialidad no carente de objetividad, para nada deíctica, expondré, según mi propia unidad de medida de lo probable, como diagnosis, lo que significa el platonismo.

El Cratilo como apertura al ser y no al deber ser: psicologismo vs lógica
     
Acá se examina lo que significa la lengua (por supuesto la lengua griega, ya que las demás eran bárbaras: barbaroi = ba ba ba ba, onomatopeya despectiva) partiendo de la noción de dinamismo; sorprendentemente llega a la tesis de que todo concepto empleado alude a un principio de movilidad, de impresión de devenir, estándar, inherente a las palabras, cuya hipótesis condicionante es la comparación etimológica; para llegar a esta hipótesis no especula sobre la forma de la etimología sino que, cuasi arqueológicamente, pretende llegar al principio temporal mismo de las palabras, al momento de su logogénesis. No dudando en lo absoluto de su conocimiento histórico (filológico) hay que concederle el resultado de dicha empresa, empero, de exabrupto, se da cuenta de la imposibilidad de un principio dinámico, ya que no podría haber permanencia misma de la palabra, cual deus ex machina el diálogo heraclítico trócase parmenídico, sin argumentos, solo invocando el primum cognitum lógico: el ser es, el no-ser no es.

El Sofista como indicación a las ideas abstractas posibles
     
El ser es; es uno; al ser uno y ser no es lo que es, es decir, no-es; al no-ser es lo otro, puesto que es, es uno y no-es; al ser, contiene, es decir, es compuesto, pero una composición limitada, es lo mismo. Al ser lo mismo y lo otro, en tanto que el primero es reposo, en tanto que el segundo movimiento.
     De esta manera queda descubierto el ser: ser → unidad → no-ser → otredad → mismidad → estabilidad → movilidad. Este es el Platón lógico, menos parmenídico, parecido a su discípulo Meliso de Samos.
     Si nos detenemos en este diálogo, cuyo objeto es describir, a través de una bicadencia (de una idea asienta dos, la más verdadera pasa como idea principal y pasa a asentar otras dos, así ad infinitum) lo que significa el sofista en todas sus especies, como por ejemplo (mi favorita): el sofista es un artista de la virtud, actúa como si fuera virtuoso pero no lo es…, atisbaremos su necesidad para entender posteriormente a Aristóteles; también se clasifican las ideas abarcadoras, más extensionales, cuya materialidad (especie) es nula en mutua concordancia con su género supremo (la idea de ser), esta circunscripción de las ideas es el prototipo del apriorismo por excelencia.

El Timeo como cosmogonía
     Este diálogo trata acerca de la generación del cosmos a través de un artífice: el demiurgo. Este demiurgo no es un dios creador, sino un dios ordenador, que como un pintor, intenta copiar lo más exactamente posible el modelo y este modelo es el arquetipo, que encierra lo más excelso en toda su extensión: la perfección misma, la idea misma, el bien mismo, las virtudes mismas, etc.; lo más sorprendente de este diálogo no es la composición material del mundo: se compone de lo mismo, lo otro y una combinación de lo mismo y lo otro, en una mezcla no mezclada, cada elemento está yuxtapuesto uno del otro y lo está de esta manera porque en esencia son opuestos (y como lo dice Platón por boca de Sócrates en el Fedón: cuando un opuesto aparece su opuesto se extingue, o se va a alguna otra parte); es decir, la vieja idea de Anaxágoras del nous queda corregida, la Mente no es un elemento constitutivo (ni siquiera formal), sino una artífice ordenadora de elementos constitutivos materiales, que no son los elementos clásicos: fuego, aire, agua y tierra, sino eso que se llama lo mismo, lo otro y una combinación de lo mismo y lo otro, de lo cual se desprenden los elementos clásicos. Lo más sorprendente es su composición formal, tanto que dejando de lado el significado que Platón le dio, Euclides toma esa composición formal del mundo, que no son otra cosa que las figuras geométricas que hoy día conocemos, y las sistematizó. Hay una adecuación entre la materia y la forma o hilemorfismo platónico, de la manera siguiente: el tetraedro es el fuego, el octaedro el aire, el icosaedro el agua, el hexaedro la tierra y el dodecaedro el cosmos completo. La combinación de los elementos clásicos en mayor o menor proporción genera todo lo que existe, v.g.: las uñas se componen de tierra. 

El mundo, este animal orgánico y animado, tal como lo concibe Platón en el Timeo, es de la manera siguiente:
     Muy a grosso modo queda evidenciada la cadena jerárquica entre el Ser y los entes según sus estructuras ónticas.

Las Leyes como decadencia del platonismo
     
Éste diálogo muestra el último fulgor de Platón, cuyo estadio conceptual no se sitúa en la noesis, sino en la dianoia; a través de una descripción de la historia del hombre, partiendo de la común idea (idea aparentemente egipcia, relacionándose, obviamente, con la sumeria) de catástrofe universal representada en un diluvio, examina la fundación de la humanidad en un sistema legislativo caracterizado y condicionado por una democracia representativa, cuyos representantes eran solo los padres de tribus. Concluye con la idea de que un tirano joven es la mejor condición para lograr un futuro gobierno próspero, guiado quizá por su ensayo fallido y trágico con Dionisio de Siracusa, que por otro lado, no es nada desacertado, siendo este el trabajo pedagógico: un maestro enseña a su alumno, que tiene facultades excepcionales, a actualizar sus potencialidades.
     En Las Leyes se reconoce, tentativamente, a la mujer como agente protagónico del cuidado de la polis, tal como al varón.
     Sin duda alguna esté diálogo es mucho más adecuado a la experiencia que la utópica República, pero adolece de una sistematización clara de leyes las cuales solo atribuye al arbitrio de unos pocos escogidos. Sin embargo, este aletargado libro constituye la última palabra del pensamiento de Platón: sin duda cuestionado con acritud por el joven y brillante Aristóteles.

Prognosis
    
Hegel, Kant, Leibniz, Schopenhauer, Agustín de Hipona, Juan (el del evangelio), Ernesto Sábato, Jung, (e incluyéndome), tienen una influencia inmarcesible de Platón, no solo porque logró examinar vastos temas del pensamiento de su tiempo, que sin quererlo, eran cuestiones que fueron posteriormente objeto de interés universal, sino tanto por habernos comunicado a la reverencial figura del virtuoso de Sócrates, como por haber sido maestro, y en eso se clarifica y aumenta su genialidad, del eruditísimo, bonísimo e imperecedero de Aristóteles.
Platón es un inmortal valor humano.







Bibliografía consultada
Laercio, D. y Filostrato. (s. f.). Vidas de los filósofos más ilustres. Vidas de los sofistas. Bogotá: Ediciones Universales.
Platón. (2005). Diálogos tomo III. Bogotá: Gráficas Modernas.
Platón. (2005). Diálogos tomo IV. Bogotá: Gráficas Modernas.
Platón. (2012). La República. Caracas: El Trébol.













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